Quien
padece de anorexia rechaza la comida, adelgazando de manera
impresionante: un adulto puede llegar a pesar de 40 a 25 kg. A menudo se
asocian a la anorexia períodos de bulimia, en los que la alimentación
se convierte excesiva. Anorexia y bulimia no se originan por una pérdida
o exceso de apetito, sino que están frecuentemente relacionadas a
graves problemas psicológicos.
El rechazo de la comida
Anorexia
significa “falta de apetito”, aunque en realidad el problema no tiene
nada que ver con el apetito, sino a la relación con la comida. La
anorexia puede ser asociada a varias enfermedades, pero la mayoría de
las veces suele ser consecuencia de graves problemas psicológicos. En
este caso hablamos de anorexia nerviosa.
El enfermo no acepta su cuerpo, considerándose erróneamente sobrepeso.
Por causa de un excesivo miedo de engordar, el anoréxico limita
significativamente su alimentación, o, si está obligado a comer, se
provoca el vómito cuando sea posible para liberarse de la comida
ingerida. De esta manera la comida se vuelve en una obsesión real, y el
anoréxico hace a menudo rituales antes de comer: por ejemplo, pesar y
cortar en pequeños trozos todo lo que tiene en el plato; o hacer
gimnasia de manera exagerada, aunque débil por falta de alimentos, hasta
el desfallecimiento.
Una
alimentación insuficiente provoca efectos negativos en todo el
organismo: los trastornos más precoces son aquellos relaccionados con el
funcionamiento de algunas glándulas que producen hormonas. La anorexia
no es una enfermedad muy frecuente (afecta a 1 de cada 100.000
personas). Sin embargo, dado que casi siempre afecta a mujeres jóvenes,
en algunos grupos de edad resulta ser mucho más difundida (1 de cada 150
mujeres entre 12 y 18 años). A veces, un carácter muy exigente y
perfeccionista o algunas situaciones familiares pueden predisponer a
alguien a desarrollar esa tipología de enfermedad. A menudo se asocian a
la anorexia otros trastornos como depresión o ansia, o se alternan
períodos de bulimia.
Las
causas de la anorexia todavía no se conocen, pero es oportuno que quien
padezca de esta se cure a través de medicamientos y de apoyo
psicológico (por ejemplo, empezando un psicoanálisis). En concreto, se
trata de una enfermedad grave que puede llevar a un peligro de muerte
por las consecuencias del ayuno y por el riesgo de suicidio.
La ingestión excesiva de comida
También
la bulimia (que significa literalmente “hambre de buey”) puede ser
asociada a problemas psicológicos similares a aquellos de la anorexia
nerviosa: en este caso se habla de bulimia nerviosa. Es decir, ingerir
con cierta continuidad cantidades exageradas de comida, y después
tentativas para eliminar estas cantidades y no engordar. El sujeto
bulímico siente, en general por períodos breves, un impulso de comer
incontrolable; después, sintiéndose obsesionado por el miedo de engordar
(tanto como el anoréxico), se provoca el vómito, se somete a clisteres,
toma laxantes o diuréticos, ayuna o hace actividad física exagerada. La
frecuencia de los episodios de ingestión excesiva e intentos de
eliminación puede ir de una vez por semana a muchas veces por día. A
través de este sistema el bulímico a menudo logra no engordar. La falta
de aumento de peso, y la estrategia ingestión / eliminación que ocurren
en secreto, contribuyen a que la familia y los amigos no se den cuenta
del problema.
Así
como la anorexia no es una pérdida de apetito, la bulimia tampoco es
consecuencia de una hambre exagerada, sino un intento para equilibrar
depresión, estrés y falta de autoestima. Esta enfermedad empieza a
menudo a lo largo de la adolescencia (generalmente un poco siguiente a
la anorexia) y afecta más frecuentemente a las mujeres que a los
hombres. El enfermo logra esconder su problema hasta los 30-40 años,
cuando toma la decisión de hablar con un médico para obtener ayuda. En
esta circumstancia es mucho más difícil alejarse de una enfermedad que
puede tener consecuencias muy graves.
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